Alta espuma santafesina: Jabonera Cañada Rosquín, con certificado de calidad

Tras cumplir con una serie de requisitos que le permitan pegar un salto de calidad, la cooperativa de trabajo Jabonera Cañada Rosquín, ubicada en la ciudad homónima del centro oeste de la provincia de Santa Fe, recibió la habilitación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para intentar ampliar el abanico de venta de sus productos, con destino al mercado internacional.

“Esto nos permitirá desarrollarnos comercialmente de una manera cualitativa. Hicimos una inversión importante en la fábrica para afianzar un proceso industrial de calidad, similar a las certificaciones ISO (norma de calidad)”, destacó Martín Robledo, presidente de la jabonera autogestionada.

A 11 años de la recuperación de la empresa en manos de sus trabajadores, la cooperativa que fabrica jabones, velas y detergentes con las marcas Carabela, Signo, Ídolo, La Perdiz y Sirkis, entre las más reconocidas, optimizó su proceso de producción, incorporó tecnología y profesionalizó su sistema de gestión, todo con el objetivo de ganar competitividad y satisfacer las necesidades de sus viejos y nuevos clientes. Así, la Anmat le puso el sello de calidad a los jabones rosquinenses.

“Es un permiso que obtuvimos para poder exportar, para vincularnos con empresas multinacionales. Tenemos el número de establecimiento elaborador y eso nos permite trabajar a otra escala. Nos permite hacer otros negocios y desarrollarnos en lo comercial de manera más intensa”, resaltó el secretario de la cooperativa, Gustavo Robledo.

Tanto Gustavo como Martín Robledo, en diálogo con Trabajo Cooperativo, señalaron que la jabonera lleva adelante un proceso de inversiones “de manera permanente”. En este sentido, se destaca la incorporación de dos envasadoras nuevas. “Esto nos permite agilizar la producción en lo que es la línea de polvo y de jabón en pan blanco, que es la que se está envasando”, contó Martín, y agregó que la fábrica “está por incorporar una alimentadora de jabón, que abastecerá una de las envasadoras”.

Blanco sobre negro

En 2006, tras la quiebra de la Sociedad Argentina Grasos y Derivados (Sagyd), los empleados despedidos de la jabonera no se resignaron a perder su fuente laboral y ocuparon la fábrica, un emblema de Cañada Rosquín. En la ciudad natal del músico León Gieco, los trabajadores de la jabonera fueron unos verdaderos leones al emprender el camino de la autogestión.

“Recibimos el apoyo del gobierno nacional de ese entonces, y por medio del Ministerio de Desarrollo Social y del Inaes pudimos comprar insumos y mejorar la maquinaria”, recordó Gustavo Robledo.

Después de la ocupación de la fábrica como respuesta al abandono patronal, los trabajadores consiguieron un permiso por parte del Juzgado Civil, Comercial y Laboral Nº 11 de San Jorge, como depositarios legales de las maquinarias y el inmueble. Ese proceso culminó años después cuando la cooperativa de trabajo pudo levantar la hipoteca que estaba en manos de la Bolsa de Comercio de Rosario.

“El juez nos había dicho ‘yo se las presto’, mientras tanto eso quedó en vía judicial. Cuando vio que la cooperativa era viable, fuimos avanzando. El aporte de los trabajadores no solamente fue en fuerza laboral, sino que resignamos el cobro de nuestras indemnizaciones”, se acordó Gustavo de uno de los momentos más complejos para la jabonera, que en la actualidad sigue produciendo, y con certificado de calidad.

Fuente: Cooperativa Ecomedios – Periódico EcoDías, Bahia Blanca, Buenos Aires

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