Ropa de bebé, una de las apuestas productivas de la recién renacida Textil Globito

Tras obtener a fines de abril pasado la autorización judicial para iniciar el proceso de autogestión tras un duro conflicto, los trabajadores y trabajadoras de la cooperativa Textil Globito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires están enfocados en la producción y comercialización. “Ya largamos la colección de ropa de bebé de pretemporada del verano. Nuestros viajantes, que son asociados a la cooperativa, llevan las muestras a los negocios, tal como después se lo vamos a entregar”, contó Gustavo, uno de los laburantes de la textil. “Ya pudimos facturar como cooperativa y pudimos encarar la compra de algunos insumos para la producción de verano, que es de alrededor de cien artículos distintos”, añadió.

Luego de varios meses de maltratos, falta de pago de sueldos y maniobras para vaciar la empresa llevándose ropa y maquinarias de parte de su anterior dueño, Martin Adamovsky, la decisión de las 19 familias que decidieron conformarse en cooperativa y defender sus puestos de trabajo tuvo un final feliz.

Adamovsky intentó todo para perjudicar a sus empleados. Cuando le descubrieron su intención de vaciar la fábrica, jugó una perversa carta judicial pidiendo concurso de acreedores y su propia quiebra con la intención de no pagar a los trabajadores, la mayoría con muchos años en la empresa, y así dejarlos sin nada.

Fue entonces que “esos negros de mierda”, como catalogaba repetidamente a sus empleados, decidieron hacer valer sus derechos y buscar la continuidad de sus puestos de trabajo.

Trabajadores y trabajadoras de la ahora ex empresa textil Línea Globito permanecieron en su lugar de trabajo ubicado en Remedios de Escalada de San Martín 2239, en el barrio de Villa General Mitre, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde el 3 de marzo, luego que se enteraron del pedido quiebra y de comprobar faltantes importantes de máquinas y materia prima que el dueño sacaba los fines de semana.

Gustavo se ocupa de la sección depósito y venta, trabaja en Globito hace 26 años y cuenta sobre la situación: “Éramos cuatro en el sector de depósito, pero por la situación del país quedé solo. Cuando pidieron la quiebra sentí mucha tristeza, desazón, tengo 56 años, después de tantos años acá te desgarra irte, quedarte en la calle, sin nada, es feo. Decidimos defender nuestro trabajo cuando el dueño, Martín, aparte de llevarse tela y maquinarias, también nos usó cuando nos mudamos desde Urquiza hasta acá, porque apenas terminó la mudanza echó a cinco compañeros sin pagarles nada, dos eran matrimonio”.

En noviembre de 2015 la familia dueña de la empresa había realizado una venta de características poco claras del espacio donde funcionaba la misma en Urquiza. Vendieron la propiedad y a partir del alquiler en Villa Mitre los problemas comenzaron a aparecer como si estuvieran pensados: destrato, despidos, falta de pago de sueldos, de vacaciones, aportes jubilatorios, de obra social y cargas sociales, quita de derechos laborales básicos como ART, fueron algunos de los atropellos que los empleados comenzaron a padecer.

Sandra, encargada de los talleres externos donde va la ropa una vez diseñada y cortada, hace 20 años que trabaja en Textil Globito y le llamó la atención la situación que sucedía en la fábrica: “Veíamos cosas muy extrañas, pensábamos que buscaban cerrar, que nos quedábamos sin trabajo y eso sucedió, al poco tiempo se decretó la quiebra”.

“Tengo 52 años, la vida más o menos organizada, con los chicos, los horarios, los gastos. Todo se vino a pique. Consultamos varios abogados, y todos te decían, ‘no se puede hacer nada, no hay forma’. Entonces te llenás de bronca porque te están cagando en la cara y no podes hacer nada. Yo dejaba a mi hija con fiebre para venir a trabajar, dejé muchas cosas de lado para tener trabajo, tanto para nada”, expresa Sandra.

Mientras sucedía el proceso interno de los empleados lidiando con la realidad de quedar sin trabajo, el dueño de la empresa continuaba su plan de vaciamiento realizando ventas por internet, en negro, de prendas confeccionadas con telas retiradas ilegalmente de la empresa, bajo la marca Devil.

Al tener en claro esta situación, los trabajadores decidieron permanecer en sus puestos de trabajo recibiendo el apoyo de vecinos, cooperativas, agrupaciones políticas y el sindicato Unión Cortadores de la Indumentaria que se comprometieron en la cobertura médica de los empleados.

Tratar con un delincuente

María Eugenia Parrilli es del sector de ensobrado, hace 8 años que trabaja en la empresa y cuenta que se enteraron por un anuncio en un diario que la empresa había entrado en convocatoria: “El dueño nunca nos dijo nada, nada de nada, en una oportunidad antes de irnos de vacaciones dijo que se quedaría a trabajar para recaudar plata y pagarnos nuestros sueldos atrasados, pero en realidad se quedó a vaciar la empresa”.

Adamovsky se sabía dueño y señor: “Cuando volvimos no pagó nada, por eso decidimos el 3 de marzo, junto a cinco compañeros más, quedarnos. Y le dijimos que queríamos hablar de los sueldos. Nos dio una respuesta terrible, a los gritos, ‘no tengo nada que hablar con ustedes, salgan ya de la empresa’”.

María Eugenia recuerda cada detalle: “Bueno, nos quedamos, entonces cerró la puerta y llamó a la policía. A la 1.30 de la madrugada trajo una parte de la plata y nos dijo que había pedido su propia quiebra. Ahí fue cuando nos unimos y empezamos a defender nuestros puestos de trabajo”.

Cuando empezó la idea de continuar como cooperativa, Gustavo cuenta que los clientes se solidarizaron y los proveedores ofrecieron seguir entregando materia prima, pero la Sindicatura no estaba de acuerdo y no daba el visto bueno.

“Pablo Godoy fue el abogado que se puso nuestro problema al hombro, fuimos al Ministerio y empezamos el trámite en el Inaes y con la asistencia del Ministerio de Trabajo logramos en muy poco tempo la matrícula de cooperativa”, bajo la denominación Cooperativa de Trabajo Globito Team Ltda.

Recibieron apoyo técnico y organizativo del Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad Tecnológica y de entidades sociales.

Así, decidieron reubicarse -con ayuda de otras cooperativas- y alquilaron a ocho cuadras: “Es un galpón mucho más barato y además, porque queremos demostrarle al juez que somos sustentables, que podemos pagar el alquiler, vamos a un lugar más chico, que nos alcanza bien. De 80 mil pesos vamos a una cifra mucho menor”, plantea Gustavo.

“Nos dimos cuenta que cada uno de nosotros hace 20 años que hace lo mismo, formamos entre 19 la cooperativa, logramos unirnos, estábamos desconectados, nos reencontramos con la parte humana, y esa unión es nuestra fuerza. El dueño anterior hacía lo contrario, buscaba desunirnos todo el tiempo, hacia correr rumores, creaba cizaña”, dice Sandra afianzada.

La mudanza al local de Dr. Belaustegui 1880, en el barrio porteño de Paternal, los obligó a ordenarse de otra manera en lo que hace a la producción, por cuanto el local es de dimensiones reducidas. Quedará para más adelante contar con un local a la calle, que es uno de los puntos necesarios para el proyecto productivo para la cooperativa respecto a la venta al público.

La cooperativa tiene organizadas las distintas áreas de trabajo, en administración, sector de corte, de diseño, el depósito y ventas.

Gustavo expresó el agradecimiento de Textil Globito a las cooperativas y organizaciones que los acompañaron desde el primer momento, entre las que destacan a las gastronómicas Los Chanchitos, La Cacerola y La Casona, que les llevaban comida en el tiempo que duró el acampe; y a Radio Asamblea, Cooperativa Vulcano, Gráfica Campichuelo y Gráfica Suárez. “La solidaridad se puso de manifiesto materialmente”, remarcan en textil recuperada.

Fuente: periódico El Adán Buenos Ayres