Rosario: las pasiones para lucir

Sany y Mariana se dedican a confeccionar y estampar prendas. Trabajan en dos proyectos similares, “Taller Ácido” y “Las Kanayas”, espacios laborales donde hacen lo que disfrutan hacer.

Sany y Mariana se encontraron gracias a una misma idea que las impulsó: trabajar y vivir de lo que les gusta hacer. Las dos impulsan el Taller Ácido, un taller textil de estampado, confección, corte y moldería. También llevan adelante la marca de ropa “Las Kanayas”, donde se dan el gusto de diseñar indumentaria de Rosario Central. Sany y Mariana se dan el gusto de llegar a fin de mes trabajando en hacer indumentaria para todos los talles y para un sinfín de objetivos: de egresados, publicitarios e incluso de espacios de militancia política y social del palo.

El proyecto de Taller Ácido nació en octubre de 2014. El primer paso lo dio Sany. “Decidí dejar mi trabajo en una empresa para dedicarme a lo que me gusta”, cuenta. Sany tiene 38 años y además de diseñar ropa es fotógrafa. Cuando dejó el laburo, empezó a armar su estudio y a dedicarse más a la ropa. “Largué todo y me compré una máquina de coser y una tijera”. Sany destaca que esa decisión la tomó con un objetivo en la mira: Mariana, la amiga de su hermana que ya trabajaba estampando. “Le hinché los huevos bastante. Ella se sumó en diciembre y arrancamos”. Mariana tiene 32 y es diseñadora de modas. El Taller Ácido fue una idea suya y de una amiga, pero ese proyecto no funcionó. Después, apareció Sany. “Yo estaba trabajando en un local de ropa. Ella me insistió y acepté. Primero empecé a trabajar menos horas en el local, y un día dije que bueno, ya fue. Y no fui más. Me gusta hacer lo que quiero hacer”, cuenta Mariana.

La primera posibilidad de trabajo grande fue con el colectivo artístico y de comunicación Yegua y Groncha. Las chicas rosarinas, de barrio y autogestión, hicieron y hacen las remeras que el colectivo de Buenos Aires reparte a todo el país. “Ellos nos dieron el empujón para poder arrancar”, destacan las pibas del Taller. Los otros trabajos empezaron a llegar sólo con haber activado: fueron de boca en boca, por contactos. “Laburos pequeños, publicidades, ropa para marcas de ropa, bares, bandas”, enumeran. “El taller se fue armando y le dimos para adelante. Ahora es nuestro trabajo”.

Los trabajos de Taller Ácido tienen varias características particulares. Las chicas destacan desde lo que saben que hacen con obsesión: diseños que les guste, no ir por las molduras típicas. También cuentan que lavan las remeras infinitas veces para testear la calidad de la estampa y revisan una por una para que nadie se las lleve descosidas. Pero también el trabajo que hacen lleva la marca de una postura política e ideológica. “La gente que se acerca es re compañera”, agregan. La mayoría de los pedidos que reciben y ofrecen van en esa línea. Productos y moda del palo. “Todo esto va surgiendo. Nosotras siempre tratamos que nos gusten las ideas y no nos cansemos”, dice Mariana. “El producto que logramos siempre nos gusta. Por más que lleguemos al borde a fin de mes”.

El sueño de las pibas

Mariana y Sany no se conformaron con el camino que tomó Taller Ácido. Fueron por todo, o al menos, avanzaron en la búsqueda de hacer -y vivir de- lo que a ellas les gusta. “Las Kanayas” es una marca que nació en noviembre de 2015. La filiación deportiva de las chicas es obvia. La pasión que les genera también. “Nos pidieron de dos filiales que les hagamos las remeras. Nos sobró medio rollo de tela. Sany ya me insistía con que teníamos que hacer algo de Central. Y bueno, arrancamos”, cuenta Mariana.

“Siempre quise comprarme ropa de Central. Y la verdad, ropa de mujer hay poca”, cuenta Sany. En su caso, “Las Kanayas” representa al sueño de las pibas. Las chicas cuentan que intentan hacer ropa de diseño, jugar con lo estético. Todo lo crean ellas. Mariana muestra un anotador en el que suele hacer los bocetos de las prendas: banderines, escudos, Aldo Pedro Poy. Hay de todo. “Se empezó a vender y obviamente, nos empezaron a pedir que hagamos de otros equipos. Pero no. Ya avisamos: nosotras sólo hacemos de Rosario Central”.

Desde el barrio, para toda la ciudad

Taller Ácido funciona en Necochea y Ocampo, en la casa de la mamá de Sany. “Una casa que siempre estuvo copada”, recuerda Mariana, que está ligada a la familia desde hace años. Tienen un espacio reservado para ellas donde abundan retazos de tela e insumos para la serigrafía y el sublimado. También funciona un pequeño showroom, abierto de 09 a 17.

El lugar fue, a fines de 2015, uno de los puntos de la campaña “Macri No”. Y la vereda de la casa, un espacio de encuentro y discusión. A lo largo del año pasado, se volvió sede de “La Saladita”, una feria que organizaron con otras amigas y que tenía como principal motor encontrarse y vender “ropa del palo”. Las chicas destacan: estar en un barrio no permite que llegue tanta gente. Pero también permite otro diálogo. El que comparten con los vecinos y vecinas, por ejemplo. “Ayer a la noche una doña de acá a la vuelta me paró y preguntó por La Saladita. <Es el mejor emprendimiento que vi en mi vida>, me dijo”, cuenta Sany, orgullosa.

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